Blogalaxia

De la necesidad de escribir

"que el verso sea una llave que abra mil puertas. Una hoja cae; algo pasa volando;(...) Estamos en el ciclo de los nervios.El músculo cuelga,Como recuerdo, en los museos; Mas no por eso tenemos menos fuerza:El vigor verdadero Reside en la cabeza."
Don Vicente

esas cosas

La isla de las almas navegantes

He visto la vida en la isla de las almas navegantes.
He descubierto que allí, donde las palabras mueren,
                            El sol de nuevos días amanece.
                            El Alba despierta entre los pergaminos de mil rostros extraviados
                               en esos amores salpicados de espanto.
Es hora de despertar en esas flores secas que viven en el cementerio;
es hora de gritar los nombres que viven entre los mares.
Es hora de despertar a los cisnes que viven en tus pasos.

He abierto mis ojos a tu puente húmedo y silencioso;
he rescatado de tus fauces del olvido al dador de nombre.

Si
Y grito en silencio por la Soledad de tu tierra viva,
disfruto de tu océano frío, infinito, tu mar sin olas.

Y las gaviotas aúllan despertando a los dormidos.
                                                   ellas, las inocentes, olvidan que el sueño es imperturbable
que  no se despierta una vez dormido.

He decubierto que Dios reposa en tus cimientos,
y que su templo solitario sirve de guardia para los errantes.
        Los hombres se toman de tu orilla para despertar de la monotonía.

Déjame dormirme un rato entre tus praderas y tu sombra de arboles legendarios.
Déjame contar los delfines que habitan en tus horizontes.
                                                       Ellos los que bailan en las jaulas de salmones,
                                                                       como si supieran lo letal de su riqueza falsa.
Y esa alfombra deleciosa que brota cuando la Luna inmensa aparece,
te acercan a los millares de alas que recorren las praderas marítimas,
y, como una obligación infinita,
                                               los pies y brazos del mar entregan terrenos fertiles de crustáceos y algas. Pude correr por allí, aullentando a los fantasmas,
tomando la muerte como una burla fantástica.

Dejame entonces dormirme en tus faldas.
Dejame despertar sólo cuando las aguas del invierno toquen mis pies muertos.
Dejame ser un alma errante como los otros.
Dejame descansar bajo la sombra de tu cruz hermosa.